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Afuera llueve y las gotas golpean la ventana por la que él mira y añora el exterior. Ve a aquella brisa jugar con los árboles y extraña esos días en los que él jugaba con sus cabellos como el aire entre esas ramas. Ellos tirados en el pasto, sin importar esos insectos que paseaban por sus pies descalzos, se besaban y se enredaban entre sus brazos generando un lazo que parecía no tener fin.