Mañana húmeda y sin piedad.

Mañana húmeda y sin piedad. Lucha interna con mis cabellos ondulados (estos rulos me van a enloquecer). Salgo rápido de mi casa esperando una lectura tranquila en mi viaje en subte.
Camino un par de cuadras y me doy cuenta que la realidad se me presenta difusa, distinta, borrosa y poco clara. En ese momento noté que había olvidado mis lentes. Volví sobre mis pasos para recuperar estos artefactos que encienden la luz a las cosas distantes. Al reencontrarme con ellos los abrace agradecida pero aprecié con decepción que mi percepción no había variado ni un ápice respecto a los minutos pasados.
Una vez llegado el tren con espacio para sentarme, me ubico cerca de la ventana donde abro mi libro y comienza la lectura que hace que el viaje sea mucho mas corto de lo que yo creo. Aviso mediante, me bajo del subte en busca de un nuevo tren que me acerque un poco más a ese lugar donde día a día invierto gran parte de mi vida. Llego al andén (donde un nuevo tren promete llevarme a destino) y en esa espera, a veces interminable, a veces efímera, alguien me regala una sorpresa.
Cuantas veces recibimos una sorpresa, un regalo sin esperarlo? Bueno, hoy vos me lo diste. Encontrarme con tu sonrisa fue un giro inexplicable en el día que se avecinaba y más aún cuando te sorprendí: mantenías tu regalo hacia mi cuando vos ya habías llegado al fin del andén y yo ya estaba subiendo al tren.
Un cambio a mi rutina. Un regalo. Así comprobé el poder de tu sonrisa.
Espero cruzarte en este espacio o en alguno otro, algún tiempo, algún momento cuando necesite sumergirme y huir de mi realidad.

1 comentario:

carmela dijo...

Que lindo. Yo tengo una historia parecida, pero en el subte. Lo bueno es que constantemente pasan estas cosas en la ciudad.
saludos ledisol!