Hubiera

No vas a leer eso, pero para no quebrantar mi pequeña tradición de escribir algún texto a aquella persona anónima que nunca conocí y que nunca (y con esto me permito tentar al destino) voy a volver a cruzarme por estos lugares infinitos que tiene el universo.
Nuevamente desperdicio esta oportunidad de hablarte, debería empezar a capitalizar estas situaciones un poco mejor, no gratuitamente se me presentan.
Cuando te ví acercarte a la estación de ómnibus, me llamaste la atención. Cómo relámpagos que anuncian la llegada de un trueno, sentí que tu aparición iba a desencadenar una tormenta (que justamente coincidía con las condiciones meteorológicas imperantes en ese momento).
Si quizás hubieras estado solo me hubiera acercado. No, a quién quiero engañar preferí sumergirme en las indómitas aguas de mi libro de compañía…
Durante el viaje en micro, bastante prolongado, planeé una pequeña estrategia mediante la cual, supuestamente, me iba a someter a tu lluvia intensa. Bastante débil por cierto, pero si tu niña amiga se me hubiera acercado a charlar, a jugar, todo hubiera sido distinto, más sencillo. Hubiera jugado con mi nariz de payaso, y utilizando a la pequeña como un lazo conector de almas te hubiera contado de mis andanzas cotidianas, siempre exagerando un poco la realidad, para que la misma no parezca una mera realidad. Así, me hubiera animado a pedirte que nos mantengamos en contacto y hasta encontrarnos en algún destino predestinado. Pero pasó mi oportunidad…
En cubierta, ya con la brisa del río en mi frente, te volví a cruzar. Me regalaban una segunda ocasión. En esta vuelta, estabas jugando con tu cámara de fotos. Como yo. Te hubiera contado de esta vil casualidad o causalidad, y así hubiéramos compartido un poco más de esa coincidencia.
Creo que hubiéramos pasado un lindo rato juntos. Quizás

Pd. Si te reconocés a vos… joven de boina y buzo verde, viajando de La Paloma a Buenos Aires, hoy jueves 28/2, si querés contactame.