La noche había llegado, tras el breve rocío que mojaba el pasto que jugaba
a ser alfombra bajo sus pies.
Se recostó y miró las estrellas. Decidió contarlas. No había mucho más para
hacer. Tras unos minutos de la inagotable labor, la abandonó.
Pensó que era mejor jugar a unir los puntos, y preparar dibujos con cada
uno de esos brillos que colgaban del cielo.
La realidad se volvió difusa y era lo que buscaba. Esperaba por unos
minutos (al menos) escapar de su alrededor de lo que, en realidad, no podía
escapar.
Cerró sus ojos esperando caer en la realidad de estar en un sueño. La
realidad otra vez se acercó y le despertó.
Al fin de cuentas, que se puede hacer con la realidad. Es vivirla o
soñarla.
Soñarla mientras la vivimos.
Pour vous
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