Las manos mágicas

Sin darme cuenta fije mi mirada en tus manos. Estábamos enfrentados en un subte ralo, donde la gente iba y venía, bajaba y subía pero yo me sentía en una pequeña burbuja donde el tiempo se detuvo, comenzando a rotar una realidad paralela frente a mis pupilas. Tus manos me llevaron a lugares comunes o lejanos, con placeres y desconciertos. No reparé en el resto de tu cuerpo al principio, simplemente podría simplificar mi explicación, resumiendo en unas pocas letras que me enamoré de vos, por tus manos. Mi curiosidad innata llevó a subir mi mirada, que me regaló una grata sorpresa, pero que mi timidez (también innata) llevó a disimular el éxtasis en el que ya me había sumido. Fue entonces cuando comenzó mi cuenta regresiva, sosteniendo la energía para que no te bajaras antes que yo. Lo logré. Incluso bajaste en mi misma estación. Pero cómo era de esperar nuestros caminos se separaron al pie de la escalera, cuando vos elegiste la mecánica y te llevaste esas manos que recuerdo con melancólica esperanza.

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