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Bar de San Telmo, antiguo pero cuidado. Se escucha el murmullo típico de un lugar lleno de inexistencias pero con poca gente. La banda en vivo comienza a tocar “I got you under my skin”, él se acerca mirándola fijo a los ojos. Sin emitir una palabra, extiende su brazo y la saca a bailar. Sintieron que cada inexistencia fue absorbida por una fuerza superior y que la banda quedó tocando sólo para ellos. Bailan lentamente, los brazos de él enredan con dulzura pero con fuerza y certeza la cintura de ella. Por su parte, ella apoya su cabeza sobre el hombro de él y aprovecha para oler ese perfume importado que le trae tantos buenos recuerdos. La sección de vientos de la banda sale del escenario y comienza a caminar por el lugar hasta llegar a la pareja, a quienes rodean. Ellos se sorprenden y se miran cómplices. Ese encuentro de miradas reemplazo miles de palabras y cuando se dieron cuenta se habían fundido en un beso de esos que generan envida al verlos.

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